sábado, 27 de noviembre de 2010

Las brujas pusieron en jaque a la cultura moderna. Entrevista a Jesús Martín Barbero.




¾¿Por qué vinculás la quema de brujas durante los siglos XVII y XVIII con la disputa entre la cultura popular y la cul­tura letrada?
¾Cuando terminaba la Edad Media y empezaba a formarse el capitalismo, el mundo occidental no respondía a una sola forma de pensar ni a una sola lógica. Cada terruño tenía sus saberes particula­res. Pero la idea de racionalidad ya esta­ba en ascenso: se buscaba cómo producir mejor y más rápido y se trataba de uni­formar costumbres entre regiones diferen­tes para que la tradición local -basada en experiencias, historias y mitos ancestra­les- dejara paso a un saber único y lógico. La brujería era un escollo porque ponía en juego la supremacía del nuevo poder. Mientras los hombres letrados endiosaban la razón, las hechiceras hacían gala de su conocimiento de alquimia, de plantas y de energías especiales para explicar -y solu­cionar, si era posible- los problemas de la vida diaria. El pueblo les creía y la gente cultivada se veía obligada a «competir» con ellas para ver cuál de los dos saberes era mejor. Además las brujas no respon­dían a ninguna jerarquía: cada una ofrecía sus conocimientos, pero nadie les podía tomar examen.
¾¿Esa «independencia» era peligrosa para el pensamiento científico que em­pezaba a desarrollarse?
¾Claro. Significaba que una parte de la sociedad no aceptaba esas innovaciones y se mantenía al margen de ellas. Por otra parte, el saber racional era muy inci­piente y aún temía los poderes de las brujas, al punto tal que reconocía sus fuerzas y en ningún momento se burlaba de ellas. Al contrario, las perseguía por­que eran poderosas. Es interesante ver cómo se condenaba a las hechiceras en aquella época: un campesino, por ejem­plo, testimoniaba sobre la muerte de una vaca o sobre el desarrollo de una nueva plaga. Luego, el tribunal hacía referencias al demonio o a fuerzas maléficas, pero no se comprobaba, en el sentido actual del término, la culpabilidad de la bruja. La sola aparición del mal justificaba el cas­tigo. Otro hecho interesante es que la cul­tura racional estaba manejada por hom­bres, en tanto el saber misterioso de la magia era patrimonio, principalmente, de las mujeres. ¿Acaso no se suele contrapo­ner el poder de seducción femenino con la fría lógica del hombre? Las brujas, ade­más, surgían de sectores populares, en tanto para ser parte de la «cultura culta» se necesitaba pertenecer a la nobleza o a la burguesía.

Fragmento de la entrevista que le realizara, al Dr. Je­sús Martín-Barbero, Da­niel Ulano­vsky Sack, publicada el 14 de octubre de 1990 y titulada: Las brujas pusieron en jaque a la cultura moderna.

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